Xcaret

Nos fuimos a Xcaret por libre, después de que un tio muy raro de Rubí, pero gracioso en el fondo, nos convenciese volviendo de Chichenitzá. Os diré que los seis kilómetros que hice en un taxi hasta Xcaret fueron de lo más “emocionante”. En lo que a tráfico se refiere aquello es ciudad sin ley, ni líneas en las carreteras, ni demasiados indicativos, y el figura de nuestro taxista iba rozando los 100 por hora en tramos de treinta…

Pero a lo que nos interesa, Xcaret es un parque creado sobre el antiguo puerto maya del Polé, rodeado del mar caribe y de pura selva hasta donde te alcanza la vista en el horizonte. Además de un auténtico poblado maya y también otras representaciones de la cultura mejicana más contemporánea, Xcaret es, sobretodo, naturaleza. Todo tipo de aves (para suplicio de mi fobia a todo animal que tenga plumas), el mariposario con más de 4.000 ejemplares, el jardín botánico, el orquideario, monos, jaguares, y los manatíes (de la familia de los sirénidos)…y además queridos… unas espectaculares tortugas marinas al alcance de la mano.

¿Sabíais que las tortugas marinas son animales con una antigüedad de más de 150 millones de años y están en serio peligro de extinción? Hay siete especies de estos reptiles en el mundo, cinco de estos viven largos periodos de sus vidas comiendo en las lagunas de las costas de Baja California. Vienen de lugares tan lejanos como Japón, Hawai y el sur de Méjico donde nosotras tuvimos el lujo de observarlas.

Por cierto, las tortugas simbolizan supervivencia.