cinema paradiso

Alfredo y Salvatore junto al proyector…

“- Escúchame bien lo que voy a decirte. Yo empecé en éste trabajo a los diez años, en aquellos tiempos no existían éstas máquinas modernas. Las películas eran mudas, el proyector lo hacia girar a mano, así, con la manivela, todo el santo día girando la manivela. La manivela era tan dura que si uno se cansaba un poco y perdía velocidad. De golpe. ¡Boom! Todo se prendía fuego.
- Entonces, ¿por qué no me lo enseñas a mí? Ahora que ya no hay manivela resulta más fácil.
- Porqué no quiero Totó, tu no debes trabajar en esto. Aquí eres como un esclavo, siempre estás solo. Ves cien veces la misma película porqué no tienes otra cosa que hacer. Te pones a hablar con Greta Garbo y Tyrone Power como un bobo…
- Entonces, ¿por qué no cambias de trabajo?
- Porqué soy un pobre tonto… ¿cuántos en el pueblo sabrían hacer de operador? ¿Así qué? ¿quieres hacer el tonto como yo, eh? Respóndeme.
- No…”

Totó encendió el proyector por primera vez, Alfredo llevó el cine a la plaza y le hizo una película de besos.

Cinema Paradiso, Giuseppe Tornatore, 1989

He recuperado Cinema Paradiso después de muchos años de haberme encontrado con ella por primera vez. Me fascinó y me hizo llorar entonces y la historia ha vuelto a repetirse…

Es una historia de amor, de amor de ése que la mayoría queremos encontrar, y sobretodo de amor por el cine, un tipo de amor que unos privilegiados descubrimos de pronto, así, sin avisar. Alfredo le descubrió a Salvatore y a muchos la magia del cine, y también le enseñó como se recortaban los besos de las películas.

Salvatore salió de Sicília buscando una nueva vida pero acabó volviendo al Cinema Paradiso. Al final, todos volvemos al cine, nos sentamos en la butaca, se apagan las luces y nos dedicamos a soñar.

Me apetece ir al cine… en el funatic tienen en cartelera la argentina Tiempo de valientes, alguien se apunta?¿